LAS CONCECUENCIAS DE LA CRISIS EUROPEA

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CRISIS EUROPEA «REPERCUTE EN BONZI»

Hemos recibido, en la Liga de Aldo Bonzi, a la dupla Europea quienes escaparon de la crisis actual desatada en el viejo continente.

Ambos buscaron refugio en su país de origen, el que los vio nacer y del que debieron partir por la crisis en el 2001. Valiéndose de su aptitud nata: el futbol, mamada acá pero desarrollada en Glasgow (Escocia) y Lugano (Suiza), e intentan hoy reinstalarse en Argentina.

De futbol exquisito, de lujo, de paladar negro, que ya hemos tratado en artículos anteriores. Se armó una sociedad indestructible dentro del campo de juego.

No nos deja poner la cabeza en la almohada, a los amantes del buen futbol, es el no poder entender como dos tipos que adentro del campo de juego se llevan de maravillas, se entienden muy bien, juegan de memoria;  afuera son el agua y el aceite.

Es inentendible, absurdo. Algo en común además del buen futbol, aunque sea lo más mínimo, deben tener como coincidencia!

Uno es oriundo del bajo Flores, adoptado por Escocia su segunda patria; el otro es de Palermo chico, adoptado por Suiza.

La coincidencia es Avellaneda, pero esta coincidencia no es valedera. Parece hecho a propósito, uno es simpatizante del rojo y el otro de la guardia imperial.

Uno escucha heavy metal; el otro música barroca. Uno es radical, el otro es del pro.

A uno le gusta el asado, al otro las pastas caceras.

Para trasladarse en la ciudad uno prefiere un buen auto; el otro se maneja con la sube, para no estresarse manejando.

Uno en los momentos libres juega play3 y la Xbox;  el otro no lo sacas del truco, la oca, cerebro mágico y el ludomatic.

Encima en la concentración comparten habitación. Gran parte del plantel está tomando posiciones por cada uno de ellos.

Quise interiorizarme en la situación. Me llego un dato de los hermanos Juanes (Juan C. y Juan B.) adictos a la noche porteña. Es así como me puse en campaña para tratar de develar el misterio.

Me dirigí a Soria. Bar de tapas. Donde la especialidad de la casa es la afluencia de turistas. Y gente local que se entremezcla con los mismos, para poder “practicar idiomas”.

A la entrada, te preguntan que idioma extranjero dominas. Te colocan una banderita en el pecho para estar identificado, y así poder interactuar con los demás concatenados solo por el idioma.

Por supuesto, para el masculino local esto es solo una excusa más para levantar en la noche de Bs.As.

Al ingresar al Bar, me preguntaron: “qué idioma dominaba?”. Les dije: “todos”. Con tal de poder interactuar con una señorita extranjera pedí hasta la bandera del Estado de Liechtenstein, Malta y Trinidad Tobago. Recorrían desde mi hombro, pasando por el pecho y toda la pierna, hasta el zapato izquierdo una hilera de banderas uniformes de más o menos 20 países. Parecía diplomático de la ONU.

Es así como ingrese al mismo, sin saber hablar ni jeringoso.

Buen ambiente. Igualmente no me distraje y me centre en el objetivo principal.

Después de casi cuatro horas, sin entender un carajo lo que me decían, solo hablar con señas. (y algunos teléfonos rescate), el barman del lugar me chista y me dice que siga una puerta al final de la barra. Era el primero que me hablaba español.  Así que seguí, con temor hacia lo desconocido, su indicación sin titubear.

Al abrir la puerta descubro un salón bis, para gente vip.

Ahí encontré finalmente lo que tanto buscaba. Lo que no me dejaba dormir.

En una mesa bien al fondo estaban Javier y Nacho a las carcajadas, exultantes, colorados. Jugando a hacer fondo blanco.

Sabía que algo tenían en común. Es el encuentro. El juntarse a tomar, hasta desmayarse. Una costumbre que no perdieron del viejo continente. Dispuestos a continuarla acá, a pesar de sus diferencias.

Una reunión de camaradería, que solo duraría lo que el efecto del alcohol. Pero solo ese instante valió la pena. Apreciar a la dupla futbolística de acuerdo en algo, fuera de la cancha.

Los observe de lejos, sin molestar, ni hacerme notar. De lo contrario me rajaban del lugar. Para poder ingresar tuve que darle, a cambio, al barman el número telefónico de la rusa.

Finalmente pude ver a los astros de la Liga como salían abrazados, por la puerta de atrás, evitando la prensa. Cantando la marcha peronista. Y de vez en cuando, gritando al unísono “viva Perón carajo”. Mientras pateaban tachos de basura y corrían el 91 semirrapido.

Pablo Tizón

Para colmo como son extranjeros comparten la misma habitación en la concentración.

Las diferencias son innumerables.

Uno es simpatizando de la Academia, el otro de los Diablos. de Avellaneda.

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